jueves, 29 de noviembre de 2012

Muerte en primer plano


Guepardo matando a un springbok (Etosha, 16 de octubre de 2012)

Hay un coche parado en el arcén, aparentemente mirando un springbok:  ¿hay algo raro en este animal? Nosotros también paramos; el springbok parece nervioso...algo no encaja. Avanza unos pasos en nuestra dirección, pero seguimos sin saber qué pasa… y de pronto, todo se aclara: alguien le persigue, emprende la carrera tras el springbok veloz como un rayo elástico y totalmente ajeno a la presencia de los dos coches. El springbok corre para salvar su vida pero el cazador es demasiado rápido, pasa a nuestro lado a toda velocidad, implacable, y casi parece volar sobre la hierba y las piedras. Sus pies tocan la tierra muy brevemente, levantando polvo a cada zancada. El otro coche sale disparado para ver el final de la persecución, pero nosotros tenemos que dar media vuelta primero; cuando llegamos la caza ha terminado: un guepardo tiene al springbok agarrado por la garganta entre sus fauces, envueltos ambos en una nube de polvo que empieza a disiparse.

Estamos de nuevo en Etosha (visita XI), es por la tarde pero todavía el sol calienta como un horno. El guepardo gruñe y jadea mientras sofoca a su presa, que se ahoga irremediable pero lentamente. Es la forma de matar que tienen los guepardos, su mordida es poco potente porque su cráneo está configurado para la carrera: es corto y ligero y los conductos nasales ocupan mucho espacio para aportar suficiente oxígeno durante la persecución. Son los velocistas más rápidos del mundo: llegan a correr a 110-120 km/h (como comparación, el humano más rápido conocido, Usain Bolt, ha corrido a 44.7 km/h durante 20 m), y pueden acelerar de 0 a 100 km/h en… tres segundos (igual que un Ferrari 458 y sólo un poco más que un Porsche 911 Turbo).

El springbok tarda aún unos minutos en dejar este mundo. El guepardo se sienta a su lado a reponerse del esfuerzo, necesita un rato para recuperar la respiración normal y poder continuar con la operación. Ahora que lo vemos sentado, nos damos cuenta de que es una hembra y por sus tetas algo hinchadas parece que tiene cachorros. 

Arrastrando la comida
Efectivamente, en seguida se pone a llamar a sus crías con suaves chillidos, pero mientras tanto una gran cantidad de coches se nos han unido y la gueparda se encuentra a pocos metros de todos nosotros. El calor pega muy fuerte todavía. La madre decide comenzar a comer, abriendo el cadáver por los cuartos traseros, por la parte anterior del muslo. Se da prisa pero come delicadamente mientas sigue llamando a las crías.

Los guepardos necesitan comer con mucha rapidez, su configuración ligera para poder correr rápidamente les hace muy vulnerables frente a hienas y leones, e incluso hasta un nutrido grupo de buitres puede arrebatarles su merecida comida. 

Casi recuperada y dispuesta a hincar el diente
A pesar de la insistencia de su madre, los cachorros no aparecen. Empezamos a inquietarnos e intercambiamos opiniones con un guía, que cree que las crías no vienen a comer porque hace mucho calor, pero sabemos que en algunas reservas las molestias humanas en estas situaciones hacen que descienda el éxito de reproducción de los guepardos. Hay muchos leones y hienas en esta zona de Etosha que pueden aparecer en cualquier momento.

Muchos coches, afortunadamente, desisten y continúan su camino,  y nosotros nos retiramos un centenar de metros. La madre se harta de esperar y se dirige otra vez a la espesura. Después de un buen rato intentado localizarla entre los arbustos –el camuflaje de un guepardo es perfecto en este hábitat, ahora totalmente seco y amarillento-, conseguimos volver a divisarla a la sombra de una mata. A diferencia de lo que mucha gente cree, los guepardos prefieren cazar en terrenos con matorrales o árboles cuando es posible, porque es más fácil llegar cerca de sus presas y cazarlas en un fulminante sprint que en terreno abierto, donde la persecución tiene que ser necesariamente mucho más larga. 

Esperando a los cachorros

Ya ha pasado una hora desde que ha cazado el springbok. Ahora, un elefante se acerca tranquilamente en su hora de la merienda al lugar donde se encuentra la gueparda. Ésta se levanta, ¿asustada por la cercanía del elefante? ¡No, sale corriendo otra vez, está volviendo a cazar! En escasos segundos alcanza una manada de impalas que estaban comiendo en el borde del bosque. La gueparda tiene sólo que recorrer unas decenas de metros, dando virajes bruscos con la ayuda de su larga cola, y alcanza inmediatamente a uno de los sorprendidos impalas. Pone una de sus zarpas delanteras sobre la grupa del impala y lo abate con toda facilidad, casi con suavidad, pero al instante se abalanza sobre él en el suelo para acabar con ella mediante la presa en el cuello, como antes. Ahora nuestra posición no es tan buena y no podemos ver con claridad lo que pasa después, pero al cabo de un ratito vislumbramos a las cuatro minúsculas crías que  por fin, se reúnen con su madre para dar buena cuenta del impala. Sigue haciendo el mismo calor que antes, pero esta vez la gueparda ha podido cazar un poco más lejos de la carretera, donde su prole se siente segura lejos de los coches. 

A veces es mejor retirarse un poco y no estar tan cerca para poder ver a los animales comportándose con naturalidad, sin la presión que podemos ejercer sobre ellos. 

En Namibia tenemos la suerte de disfrutar de la mayor población de guepardos (Acinonyx jubatus) del mundo (unos 3.000, que representan un tercio de la población total), aunque en Etosha no son particularmente abundantes por la gran cantidad de leones que hay. Donde más hay es precisamente en las granjas ganaderas y de caza de la zona central del país, no en los parques nacionales, donde ya no hay leones y las hienas (moteadas) son escasas. Aunque los guepardos pueden atacar también al ganado y los ganaderos pueden capturar vivos a los individuos problemáticos, la población de guepardos es bastante grande y saludable.  La Fundación para la conservación del guepardo (Cheetah Foundation), entre otras medidas, está criando y adiestrando perros pastores que luego venden a los ganaderos para que protejan a sus animales de los predadores. Parece que la mera presencia de perros grandes y entrenados para hacerles frente disuade a los guepardos de intentar cazar cabras, ovejas o terneros. Y cuando es necesario y hay alguien dispuesto a ello, se captura al guepardo y se le reintroduce en otra granja.

Hasta la fecha hemos visto guepardos en Etosha (3 madres con 4 crías cada una y un individuo solitario), en Palmwag y en Purros (una hembra con 3 crías). La observación de hoy es, desde luego, la guinda en nuestro pastel de guepardos.

A por la segunda presa

3 comentarios:

Ricardo Gómez dijo...

Bueno, bueno... mucho nivel. Enhorabuena por el espectáculo que habéis visto: a la fotógrafa por las estupendas fotos y al narrador por su descripción. Era como si lo estuviera viendo mientras lo leía.
Abrazos
Ricardo

PD. seguro que los cachorros estaban debajo del coche, a la sombra.

Lan dijo...

Qué pasada tio! Me quedaré con las ganas de haber ido con vosotros a Etosha... Pero igual podemos ir al Kruger! Un abrazo!

Carlos dijo...

no había leído esta entrega....moooola.