sábado, 21 de abril de 2012

Etosha VIII




Nota: todas las fotos pueden verse en grande aquí.

Ahora que la temporada de lluvias casi ha pasado completamente en Namibia, me he escapado cinco días a Etosha yo solo. Es mi primera visita de este año, la octava en total y la primera desde diciembre. Espero que este año le sigan muchas más.

2012, a diferencia del pasado, está siendo un año relativamente seco y en Etosha se nota mucho la diferencia. Primero porque el paisaje está más amarillento que el año pasado y segundo porque la laguna de Etosha (“pan”) tiene poco agua. Eso no será muy bueno para la fauna, pero sí para los visitantes porque en la época seca, que está a punto de empezar, la concentración de animales en los puntos de agua (los famosos “waterholes”) va a ser espectacular.

Ya, de hecho, se ven algunos elefantes y rinocerontes en el waterhole de Okaukuejo, cosa que el año pasado a estas alturas no pasaba. Y también se ven algunos elefantes en la zona de Namutoni.

Empecé la visita por ese punto, Namutoni, que es el campamento más oriental (los campamentos de Etosha tienen camping, bungalows, restaurante, tienda, gasolinera, piscina y waterhole iluminado por la noche. También tienen un libro de registro de los avistamientos de animales más interesantes que siempre hay que consultar). Tras una corta primera tarde viendo jirafas, que abundan en esa zona, y una noche con orquestación de leones rugiendo, me encaminé (es un decir, porque no puedes bajar del coche ni mucho menos caminar en Etosha) al waterhole de Chudop con la esperanza de ver un leopardo que lo frecuenta al amanecer. Pero este rinoceronte negro (o rinoceronta, no lo sé), me entretuvo un buen rato en el camino.

Rinoceronte negro



Los rinocerontes negros han proliferado mucho en Namibia en los últimos años y ahora se ven con frecuencia en Etosha (y en la época seca, muchísimo en los waterholes por la noche). Cuando visité Etosha por primera vez en 1997 eran casi una rareza. Comen principalmente arbustos y, por cierto, lo hacen muy ruidosamente. Este estuvo un buen rato a mi lado tan tranquilo y luego cruzó la pista por detrás de mi coche y siguió su camino. Era la primera vez que tenía un rinoceronte negro tan cerca y que no saliera corriendo asustado, ¡muy emocionante!

Con este trajín, llegué a Chudop un poco tarde y me enteré por otras personas (obviamente) de que el leopardo ya se había ido.

Pero no pasa nada, hagas lo que hagas en Etosha siempre ves un montón de animales. Estos dos cachorros de mangosta rayada (Mungos mungo), estaban con el resto de su extensa familia al borde de la pista. En Namutoni andan todo el día por el campamento. El último día, cuando salía de Etosha ya, me topé otra familia de ellas agrupada en el centro de la carretera, todas de pie y mirando al monstruo ruidoso que se acercaba hacia ellas. Salieron corriendo antes de que pudiera fotografiarlas, una pena porque habría sido una foto espectacular. 

Mangostas rayadas
Después de una larga mañana buscando elefantes en las planicies de Namutoni, ya de vuelta al campamento y a menos de 5 km de él, me topé con tres elefantes machos. Uno de ellos estaba dándose un bañito en una pequeña charca, con evidente gustito por el chapuzón. 

A remojo
Al poco, otro gran elefante macho estuvo andando media hora delante de mi coche hasta que también se paró en una charquita a refrescarse. Es muy gracioso ver a un animal tan grande, más bien inmenso, agacharse delicadamente para meter primero el trasero en el agua, y después pegarse una buena rociada con la trompa. Después del baño, siguió su camino muy satisfecho, sacudiendo la cabezota de un lado a otro como un perro contento.



Entre rinocerontes y elefantes, los “curritos” de Etosha se dejan ver por todas partes. Estos son los animales más abundantes: cebras, avestruces, oríces, ñúes y springboks (un tipo, más o menos, de gacela). Hay miles y se ven casi constantemente, pero cuando alguien te pregunta si has visto algo, dices que no, pensando en leones, elefantes, guepardos, leopardos, etc., como si los pobres “curritos” fueran invisibles.


La segunda y la tercera noche las pasé en Halali, el campamento central del parque. La segunda mañana amaneció lluviosa y grisácea, y no veía casi ningún animal. Hasta que paré un momento a aliviar la vejiga rápidamente en un llano con muy buena visibilidad. Frente a mí, salida de no sé dónde, una hiena moteada recorría la llanura de vuelta a su cubil, donde pasaría el día durmiendo. Cuando llegó a las estribaciones de la laguna se reunió con otra hiena y se perdieron entre los taludes. Las hienas deben ser muy abundantes, pero no sé por qué ahora se dejan ver poco.


Tras toda una mañana de relativa mala suerte, porque no apareció ninguna estrella más, me dirigí al waterhole de Noamses, y a los cinco minutos apareció este precioso león macho, poco más que un cachorro grandote, con un par de coches detrás que lo habían seguido durante un cuarto de hora por la pista. El león decidió que ya se había exhibido bastante y fue a echarse entre los arbustos fuera de nuestra vista.

León


Por la noche, en Halali, tenía la esperanza de ver un leopardo que suele ir a beber al atardecer al waterhole, pero no apareció, ni ningún otro animal.

Al día siguiente, tras unas vueltas por los waterholes de Rietfontein, Salvadora, Charitsaub y Suaeda, zona buena para guepardos, me fui a consolarme de no haberlos encontrado al waterhole de Homob, que suele dar muchas alegrías. Efectivamente, nada más llegar ví una manada de seis leones (tres hembras y tres machos jóvenes) al borde del agua. Era todavía muy temprano y los leones debían haber estado bebiendo y ahora estaban descansando en la orilla. 

Leona
Al otro lado, cientos de cebras iban abrevando, con esporádicos ataques de pánico cuando el viento les traía el olor de los leones tan cercanos (supongo).
Cebras de Burchell
Uno de los leones machos hizo un amago de acercamiento sibilino a un springbok que se le acercó bastante, como se puede ver en la foto, pero todo quedó en eso y el springbok se salvó. Las leonas fueron retirándose muy pronto a la sombra de los arbustos, muy cerca de los coches que estábamos allí. Un poco después fue un ñú el que se acercó demasiado a la manada con gran interés de los leones, pero también se dio cuenta del peligro, pegó un bote espectacular y se escapó.

León al acecho


Run for your life

Como veía a los leones interesados en comer (de hecho, siempre lo están, pero esta vez se les veía más atentos que otras), decidí quedarme a ver qué pasaba. Y así, esperando, se pasaron ocho horas de reloj (vale, fui al baño pero tardé quince minutos en ir y volver…). Era algo que siempre quería hacer, pasarme un día observando una manada de leones. Porque al final, siempre te entra el prurito de qué podría estar viendo ahora mismo si siguiera mi camino en vez de echar más tiempo viendo a estos leones que no están haciendo nada, y acabas marchándote, claro. Pero esta vez me quedé, con la esperanza de ver los leones cazando (Homob es muy buen sito para ello)… y no me comí un colín. Prácticamente no se movieron en todo el día, sólo para ir de una sombra a otra, mediando muchos saluditos entre ellos y muchas posturas indignas de tan fausta fiera, pero lo que se dice acción, nada de nada. 




Eso sí, lo pasé muy bien viendo al resto de los animales venir a abrevar, incluyendo un rinoceronte negro. Y también me molesté bastante con un par de familias de afrikaners ruidosos y maleducados, que treparon a los techos de sus coches y casi ponen en fuga a los leones. Cuando vayáis a un parque nacional sed un poco considerados y no hagáis estas cosas, por favor, asustan a los animales. Y cuando la tarde caía, que es cuando quizás podría ver algo, tuve que volverme al campamento que está a 40 km de allí.

De camino a Okaukuejo, el tercer campamento, paré en Newbrownii, que es otro waterhole frecuentado por leones y elefantes. No los ví allí, pero la luz era preciosa y pude fotografiar a placer estas cebras (cabecera) y este chacal. Por cierto, que el chacal bebió agua, empezó a caminar y se paró para expulsar una sonora ventosidad con evidente regocijo, estirando todo su cuerpo mientras lo hacía. Será pueril contarlo, pero el caso es que nunca había visto un animal ventoseando tan conscientemente. Los chacales, como los zorros en Europa, son muy abundantes y los depredadores que más se ven en Etosha, incluyendo el interior de los campamentos.

Chacal de lomo plateado
Okaukuejo es el campamento más agradable y tiene un waterhole que es la mayor atracción del parque y del país. En época seca es un hervidero de herbívoros por el día y por la noche ofrece un desfile impresionante de leones, elefantes, rinocerontes y a veces bichos más raros. Como todavía no es época seca, no esperaba ver mucho, por no decir nada, pero la sequedad de este año cambia las cosas, y a los pocos minutos de esperar aparecieron dos elefantes machos, seguidos un rato después por cuatro rinocerontes negros. Okaukuejo es, literalmente, una animalada. Me fui a la cama muy feliz, con los leones rugiendo de fondo.

Rinocerontes negros: madre y cría mayor

El último día lo pasé recorriendo la zona al norte y al noroeste de Okaukuejo. Primero fui al waterhole de Okondeka, donde había leído que hay una gran manada de leones que nunca había visto (aunque creo que sólo había estado allí una vez antes). El waterhole es muy distinto a los demás, está en una zona muy abierta, al borde de la laguna de Etosha (que como he dicho, este año es un saladar inmenso hasta donde alcanza la vista, completamente seco) y allí sólo crecen pequeños arbustitos y un par de acacias aisladas. El punto de agua en sí es un pequeño manantial bastante alejado de la escasa vegetación. Sin embargo, está todo repleto de esqueletos de los animales que se han zampado los leones, que deben ser muy buenos cazadores para tener éxito en un sitio tan abierto. Llegué el primero y al instante ví que los leones estaban al descubierto, en torno a la charca. La imagen, con un fondo tan abierto y tan pelado, recuerda más a las fotos de los leones de la Costa Esqueletos que a Etosha, y es igual de bella. 
Los leones de Okondeka
Lástima que al amanecer estaban totalmente a contraluz y a mucha distancia, pero pasé un par de horas estupendas viéndolos beber y retozar. Eran dos leones adultos, de los más bonitos que he visto, tres hembras y cuatro cachorros de unos nueve meses de edad.


Se acercaba la hora de marcharme, me dí una vuelta por las llanuras al oeste de Okaukuejo, sorprendentemente vacías de herbívoros, y volviendo al campamento me topé con un par de coches parados… observando otra manada de leones (cuatro esta vez, dos hembras y dos machos) que estaban empezando a retirarse a la sombra. Esta es una manda que hemos visto otras veces, muy cercana ya a Okaukuejo.

Con el sol ya alto, paré un ratito en Okaukuejo y me dirigí a la salida del parque, con la esperanza de recorrer el “loop” de Ombika, una zona preciosa con guepardos, pero éste es uno de los pocos caminos que se han cerrado por la lluvia. En vez de hacer el “loop” me acerqué un rato al waterhole, que está muy cerca de la carretera, y me consolé viendo unos cientos de buitres comiendo una carroña. En alguna sombra cercana, la manada residente de leones estaba sin duda haciendo la digestión.