No paro de poner bichos en este blog, pero hasta ahora no he
hablado de la fauna más valiosa de Namibia: los amigos que nos han acompañado en
nuestros dos años de estancia allí. No tengo fotos de todos y pido perdón
a los que, por falta de retrato, no aparecerán en esta página hoy; ni son menos
queridos, ni menos recordados por ello. Que tampoco se pongan celosos los
familiares y amigos que han venido a visitarnos en este tiempo, a ellos les
dedicaré otro espacio más adelante.
También aprovecho para agradecer a los que me han cedido fotos, aunque no lo sepan (ay, el feisbuk...).
Y, para empezar con la fauna namibia más especial, nadie
mejor que David y Alba, nuestros queridos vecinos galleguiños con los que hemos
compartido viajes y aventuras en Namibia, y muchos días normales y corrientes
en Windhoek en particular. Gracias a ellos, tanto unos como otros han estado bañados
constantemente en risas y buen ambiente. Todavía a veces, desde la costa
opuesta de África, nos parece oír el grito de “¿Cóoomooo?” de Mr. Wilkes (David)
resonando a lo lejos, sobre el fondo del estridente motor de la bolinha vermella
(un precioso Volkswagen escarabajo rojo de… ¡1973!) con el que Alba atemoriza a
los habitantes de su barrio. Y ahora que nos hemos separado, nos consuela saber
que nos vamos a reencontrar pronto para seguir con las risas.
Así que aquí están: véase la feliz pareja cocinando en
nuestra casa, el día que Alba nos enseñó a hacer sushi (lo que se aprende en
google…):
Y ahora las fotos de confraternización. La primera, Silvia y
Alba en la fiesta de cumpleaños de Silvia, muy felices las dos:
En la segunda, Mr. Wilkes y un servidor sufriendo mucho en
una piscina natural en el feísimo entorno de Spitzkoppe:
Alba, pasándolo aún peor en una fiesta en casa, ¿se puede pedir más?:
Y, por fin, los cuatro juntos, al inicio de la Alphabet
Party en Windhoek (una maratón por los bares de Windhoek, de la A a la Z, en
autobús):
Finalmente, una foto del cuarteto de la muerte en los
alrededores del Brandberg disfrutando de la puesta del sol:
Entre la fauna endémica de Namibia, hay otro ejemplar
alóctono (porque también es español, aunque sólo a medias, je, je), conocido
por el público español gracias a documentales y reportajes. Se llama Samuel,
lleva 5 años en Namibia, y es el principal agitador social de la colonia
española en Windhoek. Además de eso, es un tío estupendo con el que también nos
lo hemos pasado en grande, a pesar de que sea un babata (ja, ja, ja).
Quizás esta vaca no opine lo mismo, claro…
Y yo mismo, a veces, tampoco estoy muy seguro, con una
pistola en la cabeza no se puede pensar muy bien… (era parte del super-pack de regalitos
que le ofrecimos por su cumple):
Samuel es el típico
amigo que no cuesta mucho localizar en las fotos, ¡siempre está ahí! En esta,
con nuestra pequeña-gran amiga Min, de Corea del Sur, y otra vez, ¿cómo?, Mr.
Wilkes:
Otro de los pilares de nuestra estancia en Namibia ha sido
Laura, que llegó al mismo tiempo que nosotros y que sigue allí todavía. Laura
se encargó de llevar el programa de radio en español, en el que me invitaron a
participar, y con Alba formamos un triunvirato muy bien avenido. Más tarde, de
nuevo formamos un trío pasajero, con Lande, para recorrer el Fish River Canyon,
que quedará como una de las caminatas más agradables de las que el río tuvo
noticia. Con gente tan maja, todo sale bien.
Aquí vemos a Laura haciendo tremendas sentadillas como
preparación para el examen médico que hay que pasar antes de bajar al Fish
River:
2/3 del triunvirato de Radio Kudu, aprendiendo a manejar los
controles (costó un poco…):
En la última cena-mojitada en nuestra casa, con Mr. Wilkes y
Alba de nuevo, a punto de liarla parda:
Y, por apelaciones, aquí tenéis a nuestro amigo Lande, del
que nos ha costado mucho deshacernos. Veréis, a Lande se lo encontró Silvia ya
en Macedonia en 2008, después nos lo cruzamos otra vez en Senegal en 2009 o 10,
y por último hemos estado juntos en Namibia en 2011 y 2012. Menos mal que ahí Lande vivía muy lejos de Windhoek y
sólo lo veíamos de vez en cuando, porque empezábamos a sospechar que es un
espía del CNI que anda siguiéndonos por el mundo. Para disimular, se acaba de
ir a vivir a Colombia. Lande es una de esas personas tranquilas y sonrientes
con el que nos iríamos al fin del mundo (otra vez) encantados de la vida.
Aquí está a Lande, intentando sonsacar a Silvia cuál será
nuestro próximo destino común:
No voy a ponerla aquí otra vez, pero si queréis ver la mejor
foto de Lande, sólo tenéis que entrar en mi artículo sobre el Fish River
Canyon… Queda todo dicho.
Un poco más lejos en el tiempo, pero no en nuestro afecto,
tenemos a Davinia, con la que sólo pudimos compartir el 2011 y a la que echamos
muchísimo de menos en 2012. Parece muy modosita ella, pero detrás de esa bella
sonrisa se esconde una personalidad
apabullante y divertídisima, que esperamos encontrar en breve en alguna otra
parte del mundo. Davinia dejó un vacío muy grande en nuestro grupo de amigos,
así que nos tendrá que compensar con muchos platos de cuchara, de los que a
ella le gustan, la próxima vez que nos encontremos.
Davinia, como si nunca hubiera roto un plato, en nuestra
piscina de fiesta:
Y aquí pensando en que tenía que darle de comer (ratones
vivos) a las víboras de su casero, literalmente:
Lo mismo sucedió con María, una jiennense con un repertorio
de chistes más largo que un día sin pan. Menos mal que está como una cabra y un
año en su compañía equivalen a tres o cuatro de una persona más corrientucha...
Johanna, colombiana pero casi ya madrileña, también se fue
demasiado pronto dejándonos con ganas de haber pasado más tiempo con ella. Lo
bueno es que en Madrid uno se la puede encontrar por la calle, cosa curiosa
contando con que hay 4 millones de habitantes en la capital. Aquí en una situación de alto riesgo, como se puede ver en su gesto:
Manuel y Bárbara, o Bárbara y Manuel, que es lo mismo,
merecerían una serie de televisión para ellos solos. No solo fotogénicos, los
dos están como dos o tres manadas de cabras de chalados y pueden ser peligrosos
para la salud mental de los que se cruzan en su camino, ojo. Bárbara debería
sacar un disco con su risa, por cierto:
Elemotho y Silvia, uno de los mejores músicos de Namibia y
una valenciana con muchos años como cooperante en Namibia, son gente redonda,
no tienen esquinas los mires por donde los mires, y su crío es la cosa más
cachonda que se ha visto en Windhoek. No os perdáis a Elemotho en directo si
tenéis la oportunidad, energía y entrega en su grado máximo.
Elemotho y un springbok infeliz:
Elemotho y Silvia, dándolo todo en una fiesta:
Zahra, la mujer-terremoto, se cansó pronto de la
tranquilidad de Windhoek y emigró de nuevo al ojo del huracán, que es donde a
ella le gusta estar. Viniendo de Kabul, Windhoek le pareció un asilo de
ancianos y se marchó a Sudán del Sur en pos de emociones más fuertes.
Pablo es un tío muy duro por fuera y un cacho de pan por
dentro. Llegó a Namibia casi por casualidad y ahora tiene muy buena mermelada
para el pan, así que no lo van a sacar de ahí ni con rasqueta.
En esta foto tenemos a los dos, junto con el ubicuo Mr. Wilkes y yo mismo (y sí, esto es África, un frío que pela en invierno):
Tengo que ir acabando o me echan de internet. Para
finalizar, algunas fotos con algunos de los amigos anteriores y otros a los que
no he nombrado pero que también saludamos con cariño: Tomás y Bárbara (¡y no tenemos fotos, para matarnos!), Olga, Miguel, Chris, Min,
Desi, Ana, África, Elham, Millan, Michelle, Azelle, Jaco, Candice, Mikei,
Klass, Toni, Felipe, Carmen (x3), Elena, Juan, Elena bis, Joao… y los últimos en llegar,
Carlos, José y Begoña, a los que les encomiendo que lo pasen tan bien en
Namibia como lo hicimos nosotros. Hasta la próxima.
¡Alphabet party! De izda. a dcha.: Desi, Alba, Silvia, David, Zahra, yo, Miguel y Olga |
Ana, Desi, Pablo, Laura y Lande |
Una amiga namibia no identificada, Chris, Laura, Candice, Johanna, María, David, Alba y yo |
Michelle y Elham, partiéndose de risa |
Mucha gente buena... Entre otros: Jaco, Engelhard, Michelle, Min y Azelle |
Begoña, José y Carlos, pasando revista a su nuevo hogar |
2 comentarios:
Qué pena me dais...qué mal vivís...
Vivan los buenos amigos y viva Min, a quien tuve el gusto de conocer en ... ¡Seúl! y me pareció una persona fenomenal: maja, inteligente, divertida, culta, sonriente. Como siempre, los amigos de Silvia y Nacho son gente de la mejor clase.
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