Hasta ahora he contado qué sitios y qué animales hemos visto
en Namibia, y con qué gente, pero ha llegado el momento de desvelar todos los
secretos de cómo organizar un costratour. Todo lo que siempre quisisteis saber
y nunca os atrevisteis a preguntar sobre lo qué pasa detrás de la cámara que
alimenta este blog, está por fin a vuestro alcance.
Para empezar, ayuda mucho tener un costratourero que viva en
el país de destino, como ha sido el caso en Namibia para solazamiento de todos
los costras. Eso sí, si el costra en cuestión ha decidido darse una vuelta por
el suelo patrio, habrá que convencerle con un petit-suisse de que vuelva a su
hogar africano:
Como
un costra se conforma con ese poco, en seguida lo tendremos de vuelta donde queríamos,
en Namibia:
Antes
de ello, o después o en medio, habrá que reunir un grupillo de gente interesada
en hacer el viaje. Como el de estas fotos, que sirve muy bien para dar una
medida realista del número de personas que pueden apuntarse… a poco que te descuides
(imagen real, no lo intenten en casa):
Con
todo el mundo ya en el destino, lo siguiente será encontrar alojamiento. Tener
una casa así, vista la aceptación de Namibia entre nuestros allegados, ayuda
mucho:
Y,
para sacarlos de casa y viajar por el país, hay que tener en cuenta las
características de muchas de las carreteras de Namibia, que son así:
Así
que para andar sobre seguro, no hay nada como llamar a tele-toyota, que en un
santiamén te deja un Landcruiser en la puerta de casa.
Y
para los costratours realmente grandes, puede ser necesario un vehículo ligero de
apoyo:
Ya
tenemos la gente y los vehículos, ahora habrá que estudiar el itinerario y
pensar un poco en lo que se quiere ver (cuantos más calvorotas podáis juntar en
este paso, mejor):
Con
todo bien pensado y decidido, hágase una buena compra para alimentar a los
viajeros con enjundia. Una buena tortilla, por ejemplo, siempre viene bien:
La
carne es excelente en Namibia y se encuentra en cómodas raciones individuales
en los comercios (ésta, por ejemplo, es suficiente para la mascota del viaje):
Y
también se puede comprar con cuernos, que serán muy útiles como espetones más
tarde:
Si
el viaje va a ser muy, muy largo, no es mala idea llevarse carne en estado
viviente. Unas simples caricias son suficientes para convencer al facócero más
reacio a montar en coche:
Además,
si el grupo es muy grande, conviene contratar una cocinera o una fila de ellas:
Bien,
la comida, resuelta, pero recordad también que Namibia es un país muy seco, así
que no olvidéis llevar mucha agua… o poca, pero mucho de otros líquidos en ese
caso. Chichi lo tiene muy claro:
Con la
intendencia solucionada, es hora de empezar el costratour de verdad. Lo más
difícil ha quedado ya atrás. Las maravillas de Namibia se van desplegando a
nuestro paso y…, ¡un momento! ¡Se nos ha colado Michael Jackson en el
Costratour! Por favor, que alguien lo baje en el próximo desierto, ¡este tío
huele a muerto!
Perdonad
la interrupción, hay gente que tiene mucho morro, ¡revisad bien que no llevéis
polizontes en el costratour!.
No
sólo se debe otear el horizonte con fruición, hasta que se te caigan las
pestañas, también hay que prestar atención al retrovisor por lo que pueda
aparecer por detrás…
Y
fijarse bien donde hay coches parados, no vaya a ser que estén viendo algún
bichillo que no hayamos visto desde lejos:
En
las paradas es importante aprovechar para seguir echando un vistazo. Con dos o
tres horas en cada una puede ser suficiente para cubrir covenientemente todo el
terreno, pues no hay mucho donde mirar:
Las
paradas también son buenos momentos para reorganizar el equipaje, que se va
desmadrando a medida que transcurre el viaje. Hay que dejarlo todo siempre bien
guardado y en las mejores condiciones de higiene posibles:
Hay
muchos kilómetros que recorrer y para no cansar a los costras con tanto coche
es fundamental intercalar paseos a pie entre desplazamientos. Estos pueden ser:
-
Ligeros, con mochililla de ataque para llevar galletas y agua por si acaso:
- - O,
utraligeros, de los de falda arremangada, si el terreno es fácil :
Los
paseos son buenos momentos, además, para reponer la despensa. No hay que
hacerle ascos a nada que pueda servir de condimento…
…
o incluso de plato principal:
Como
en el caso del facócero, da buenos resultados la técnica de llevarse comida en
vivo de la que vayamos encontrando por el camino. Un poco de labia da
estupendos resultados incluso con los platos más volátiles:
Con
las piernas ya descansadas y la nevera bien surtida otra vez, es hora de
retomar el camino… si al camino le da la gana, claro:
Que
no se os olvide dejar a alguien de brazos cruzados dando indicaciones, claro. No
pasa nada, incluso si se avería el coche es fácil encontrar avezados mecánicos
capaces de arreglar cualquier desaguisado en el motor. Sólo hay que
facilitarles las herramientas y correrán a ayudarnos:
Solventada
la situación, hay que darle muchos ánimos al que le haya tocado ir en el
maletero esta vez:
Y
de nuevo a la carretera, a ver si hay suerte y se cruza algún animalillo:
Con
tanto entretenimiento, los costras llegan casi sin darse cuenta al Parque
Nacional de Etosha, el plato fuerte de cualquier viaje a Namibia:
Y
si hay suerte y queda algo de dinero, que no siempre es el caso, incluso es
posible entrar a ver qué hay dentro.
Una
vez allí, todo se vuelven comodidades pasando ocho horas al día sin poder bajar
del coche. Es el momento feliz de vivir el amor entre costra-toureros:
Y
de pensar en actualizar el equipo de fotografía, también:
(NOTA: La continuación está en el siguiente post, que aparece inmediatamente encima de éste en la web)
1 comentario:
¡qué bien se lo pasan mis hermanos!
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