Guepardo matando a un springbok (Etosha, 16 de octubre de 2012) |
Hay
un coche parado en el arcén, aparentemente mirando un springbok: ¿hay algo raro en este animal? Nosotros
también paramos; el springbok parece nervioso...algo no encaja. Avanza unos pasos en nuestra dirección, pero
seguimos sin saber qué pasa… y de pronto, todo se aclara: alguien le persigue,
emprende la carrera tras el springbok veloz como un rayo elástico y totalmente ajeno
a la presencia de los dos coches. El springbok corre para salvar su vida pero
el cazador es demasiado rápido, pasa a nuestro lado a toda velocidad, implacable,
y casi parece volar sobre la hierba y las piedras. Sus pies tocan la tierra muy
brevemente, levantando polvo a cada zancada. El otro coche sale disparado para
ver el final de la persecución, pero nosotros tenemos que dar media vuelta
primero; cuando llegamos la caza ha terminado: un guepardo tiene al springbok
agarrado por la garganta entre sus fauces, envueltos ambos en una nube de polvo
que empieza a disiparse.
Estamos
de nuevo en Etosha (visita XI), es por la tarde pero todavía el sol calienta
como un horno. El guepardo gruñe y jadea mientras sofoca a su presa, que se
ahoga irremediable pero lentamente. Es la forma de matar que tienen los
guepardos, su mordida es poco potente porque su cráneo está configurado para la
carrera: es corto y ligero y los conductos nasales ocupan mucho espacio para
aportar suficiente oxígeno durante la persecución. Son los velocistas más
rápidos del mundo: llegan a correr a 110-120 km/h (como comparación, el humano
más rápido conocido, Usain Bolt, ha corrido a 44.7 km/h durante 20 m), y pueden
acelerar de 0 a 100 km/h en… tres segundos (igual que un Ferrari 458 y sólo un
poco más que un Porsche 911 Turbo).
El
springbok tarda aún unos minutos en dejar este mundo. El guepardo se sienta a
su lado a reponerse del esfuerzo, necesita un rato para recuperar la
respiración normal y poder continuar con la operación. Ahora que lo vemos
sentado, nos damos cuenta de que es una hembra y por sus tetas algo hinchadas
parece que tiene cachorros.
Arrastrando la comida |
Efectivamente, en seguida se pone a llamar a sus
crías con suaves chillidos, pero mientras tanto una gran cantidad de coches se nos
han unido y la gueparda se encuentra a pocos metros de todos nosotros. El calor
pega muy fuerte todavía. La madre decide comenzar a comer, abriendo el cadáver
por los cuartos traseros, por la parte anterior del muslo. Se da prisa pero
come delicadamente mientas sigue llamando a las crías.
Los
guepardos necesitan comer con mucha rapidez, su configuración ligera para poder
correr rápidamente les hace muy vulnerables frente a hienas y leones, e incluso
hasta un nutrido grupo de buitres puede arrebatarles su merecida comida.
Casi recuperada y dispuesta a hincar el diente |
A
pesar de la insistencia de su madre, los cachorros no aparecen. Empezamos a
inquietarnos e intercambiamos opiniones con un guía, que cree que las crías no
vienen a comer porque hace mucho calor, pero sabemos que en algunas reservas
las molestias humanas en estas situaciones hacen que descienda el éxito de
reproducción de los guepardos. Hay muchos leones y hienas en esta zona de
Etosha que pueden aparecer en cualquier momento.
Muchos
coches, afortunadamente, desisten y continúan su camino, y nosotros nos retiramos un centenar de
metros. La madre se harta de esperar y se dirige otra vez a la espesura.
Después de un buen rato intentado localizarla entre los arbustos –el camuflaje
de un guepardo es perfecto en este hábitat, ahora totalmente seco y
amarillento-, conseguimos volver a divisarla a la sombra de una mata. A
diferencia de lo que mucha gente cree, los guepardos prefieren cazar en terrenos
con matorrales o árboles cuando es posible, porque es más fácil llegar cerca de
sus presas y cazarlas en un fulminante sprint que en terreno abierto, donde la
persecución tiene que ser necesariamente mucho más larga.
Esperando a los cachorros |
Ya
ha pasado una hora desde que ha cazado el springbok. Ahora, un elefante se
acerca tranquilamente en su hora de la merienda al lugar donde se encuentra la
gueparda. Ésta se levanta, ¿asustada por la cercanía del elefante? ¡No, sale
corriendo otra vez, está volviendo a cazar! En escasos segundos alcanza una
manada de impalas que estaban comiendo en el borde del bosque. La gueparda
tiene sólo que recorrer unas decenas de metros, dando virajes bruscos con la
ayuda de su larga cola, y alcanza inmediatamente a uno de los sorprendidos
impalas. Pone una de sus zarpas delanteras sobre la grupa del impala y lo abate
con toda facilidad, casi con suavidad, pero al instante se abalanza sobre él en
el suelo para acabar con ella mediante la presa en el cuello, como antes. Ahora
nuestra posición no es tan buena y no podemos ver con claridad lo que pasa
después, pero al cabo de un ratito vislumbramos a las cuatro minúsculas crías
que por fin, se reúnen con su madre para
dar buena cuenta del impala. Sigue haciendo el mismo calor que antes, pero esta
vez la gueparda ha podido cazar un poco más lejos de la carretera, donde su
prole se siente segura lejos de los coches.
A
veces es mejor retirarse un poco y no estar tan cerca para poder ver a los
animales comportándose con naturalidad, sin la presión que podemos ejercer
sobre ellos.
En
Namibia tenemos la suerte de disfrutar de la mayor población de guepardos (Acinonyx jubatus) del mundo (unos 3.000,
que representan un tercio de la población total), aunque en Etosha no son
particularmente abundantes por la gran cantidad de leones que hay. Donde más
hay es precisamente en las granjas ganaderas y de caza de la zona central del
país, no en los parques nacionales, donde ya no hay leones y las hienas
(moteadas) son escasas. Aunque los guepardos pueden atacar también al ganado y
los ganaderos pueden capturar vivos a los individuos problemáticos, la
población de guepardos es bastante grande y saludable. La Fundación para la conservación del
guepardo (Cheetah Foundation), entre otras medidas, está criando y adiestrando
perros pastores que luego venden a los ganaderos para que protejan a sus
animales de los predadores. Parece que la mera presencia de perros grandes y
entrenados para hacerles frente disuade a los guepardos de intentar cazar
cabras, ovejas o terneros. Y cuando es necesario y hay alguien dispuesto a
ello, se captura al guepardo y se le reintroduce en otra granja.
Hasta
la fecha hemos visto guepardos en Etosha (3 madres con 4 crías cada una y un
individuo solitario), en Palmwag y en Purros (una hembra con 3 crías). La
observación de hoy es, desde luego, la guinda en nuestro pastel de guepardos.
A por la segunda presa |
3 comentarios:
Bueno, bueno... mucho nivel. Enhorabuena por el espectáculo que habéis visto: a la fotógrafa por las estupendas fotos y al narrador por su descripción. Era como si lo estuviera viendo mientras lo leía.
Abrazos
Ricardo
PD. seguro que los cachorros estaban debajo del coche, a la sombra.
Qué pasada tio! Me quedaré con las ganas de haber ido con vosotros a Etosha... Pero igual podemos ir al Kruger! Un abrazo!
no había leído esta entrega....moooola.
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