Lechwes |
En
Namibia hay muchos parques nacionales, pero sólo uno hace resoplar a los
aguerridos viajeros y biólogos del país cuando se les menciona: el Khaudum.Y eso
porque está en una zona muy remota, en el noreste del país y de la región que
se conocía como Bushmanland (la tierra de los bosquimanos, en pleno “desierto”
del Kalahari), se accede y circula en él por difíciles caminos de arena
profunda y las instalaciones para los visitantes están supuestamente abandonadas desde hace años. El suministro de
combustible en los alrededores del parque es muy irregular (hay que llevar dos
bidones y dos ruedas de repuesto por coche) y no se puede entrar en el Khaudum
con un sólo coche por si hay problemas. Por no haber, puede no haber ni
siquiera agua para beber y también hay que llevarla en el coche por si acaso.
A
cambio, es el único parque namibio con presencia regular de licaones (el perro
salvaje africano o perro pintado, Lycao
pictus, que por todos estos nombres se conoce), tiene una población de
elefantes que llega a veces a los 3000 ejemplares y también alberga antílopes
sable y ruanos, especies relativamente raras en este país, además de muchos
otros animales comunes en Namibia (leones, leopardos, oríces, jirafas, etc.).
¿Qué
más se puede pedir? Aprovechando unas fiestas nacionales, nos hemos juntado una
partida de amigos en un par de coches y nos hemos ido a comprobar si el Khaudum
es tan fiero como lo pintan. Con los coches cargados hasta los topes de comida,
agua, gasolina, ruedas y siete aguerridos exploradores, nos llegamos hasta
Tsumkwe, la población más cercana al Khaudum, para comprobar que,
efectivamente, la gasolinera está completamente seca. Venimos preparados para
esta eventualidad, pero nos entran los nervios y solicitamos al tercer coche
que se va a juntar con nosotros al día siguiente, que nos traiga más
combustible por si acaso.
Por
fin, nos adentramos en el campo para recorrer los 60 kilómetros hasta
la puerta del parque. No hay ningún cartel indicando la dirección, por cierto.
Todo marcha sobre ruedas hasta que llegamos a los primeros tramos de arena
profunda. El coche de nuestro amigo Samuel, un Suzuki Vitara, no consigue
salvar el obstáculo porque va realmente muy cargado y tenemos que parar tres
veces en una hora a remolcarlo. Ahí se evaporan nuestras esperanzas de poder
atravesar el Khaudum de sur a norte para salir a la carretera principal del
Caprivi al otro lado del parque. Son unos 200 km en total solamente,
pero por lo que sabemos pueden llevar unas 14 horas, y lo más difícil está al
final.
¿Qué
hace un Vitara en un sitio así? Bueno, nos hemos atrevido a venir con ese coche
(en vez de alquilar un 4x4 más grande y más alto) porque nuestros amigos Carmen
y Alberto (¡olé los valientes!) hicieron la proeza de atravesar el Khaudum en
solitario con un coche igual. Eso sí, quemaron el embrague y tuvieron que hacer
tropecientos kilómetros en segunda hasta la ciudad más próxima, pero eso es un
detallito sin importancia. Suerte que no se quedaron tirados y que no tuvieron
encontronazos con elefantes.
Pero
conseguimos llegar a la entrada del parque con gran alegría para todos. ¿Todos?
Habíamos avisado a los guardas de nuestra visita, pero en la puerta del parque
no hay nadie ni nada más que carteles y calaveras de animales.
Llegada a Khaudum. De izda. a dcha.: David, Silvia, Min, servidor y África (foto robada de facebook con permiso de Alba, ¿no?). |
Seguimos
hasta el primero de los dos campamentos, el de Sikereti, donde se supone que
residen algunos guardas: nadie en absoluto y la oficina, cerrada. ¿Se los
habrán comido los leones a todos? Nos instalamos en la zona de acampada, también
desierta y sin vallar, y comprobamos que sí hay baños, que están bien y que
tienen agua corriente. Así que tiene que haber alguien por aquí. También vemos
que están construyendo nuevas instalaciones en el camping.
Ya
con los coches descargados, nos vamos a visitar el waterhole más cercano, a
unos 10 km.
Ahora el Vitara no tiene problemas con la arena, afortunadamente.El
waterhole está en un claro amplio del bosque y hay un observatorio elevado
desde el que observarlo. Los primeros animales, después de los kudúes que nos
hemos cruzado, se acercan a darnos la bienvenida: oríces, un antílope ruano,
facóceros y un elefante solitario. Un par de hienas moteadas llaman desde su
guarida subterránea, pero no asoman el hocico mientras estamos allí. Con las
últimas luces volvemos al campamento de Sikereti.
A la
mañana siguiente nos toca un premio gordo nada más salir de Sikereti al
amanecer: un bicho está parado en el camino. En la penumbra, es difícil saber
qué es: ¿una liebre, un gato montés? Un vistazo con los prismáticos despeja las
dudas: ¡es un caracal! El pariente africano del lince, un animal muy difícil de
ver (el tercero en mi caso). Un caracal muy pequeñajo en este caso, pero
igualmente espectacular. Se queda mirándonos unos segundos sin saber qué hacer
hasta que decide volver a internarse en el bosque. ¡Empezamos bien!
En el
waterhole de ayer hay algo más de animación, aunque se nota que todavía hay mucha
agua por los alrededores y la cantidad de animales que vemos es pequeña. Pero
hoy aparece también un chacal y, bien entrada la mañana, una pareja de rateles
o tejones melíferos, otro animal que raramente se ve.
Damos
una vuelta hasta el siguiente waterhole y por el camino vemos varios elefantes
y jirafas, steenboks, kudúes, etc.
(No hace falta poner qué es, ¿no?) |
De
vuelta en Sikereti la oficina está abierta y por fin vemos a los guardas. No
nos pueden cobrar la estancia porque no tienen recibos, y nos informan de que
los licaones suelen venir a beber al waterhole al amanecer. ¡Ah, pues hemos
estado esta mañana y no los hemos visto! Y resulta que el waterhole no es ése,
si no un pequeño abrevadero, casi ridículo, muy cercano a la zona de acampada.
Cosas veredes… Les preguntamos también si el Vitara podría o no cruzar el
parque hasta la carretera del norte… y la respuesta es un no tajante, ni
siquiera podría llegar al campamento del norte del parque, a 80 km de aquí. Bueno es
saberlo.
Nos
quedamos dos noches más en Sikereti, pero la atmósfera de pioneros se esfuma
con la llegada a cuentagotas de otros coches y de un convoy de quads, con un
macarra de pistola al cinto incluido. También nos cruzamos con un convoy de 4x4
que han atravesado el parque de norte a sur y nos recomiendan que no lo hagamos
porque es muy lento, pesado y complicado. Y eso que son afrikaners, más duros
que una piedra.
En
los días siguientes vemos más elefantes y más ruanos, pero los licaones no
quieren saber nada de nosotros y nos vamos sin verlos. En conclusión, llegar a
Sikereti no es nada difícil para un coche grandote con reservas de combustible,
hay agua y no hay necesidad de internarse más en el parque porque la zona con
más animales es la del sur. La próxima vez esperaremos a que la estación seca
esté más avanzada para venir y ver más animales.
El
cambio de plan, no atravesar el Khaudum si no dar marcha atrás para llegar al
siguiente destino (P.N. de Mahango), en el extremo nororiental de Namibia, nos
hace dar un pequeño rodeo… ¡de 700
km! Parece mucho, pero en tiempo es menos que nuestro
plan inicial, así que ni cortos ni perezosos nos despachamos el largo trayecto
en un solo día para llegar a dormir al camping de Popa Falls, ya en la puerta
del Caprivi y del Okavango, en el norte tropical.
Popa
Falls, en el río Kavango que poco más adelante se expande en mil ramificaciones
en el delta del mismo nombre en Botswana, no son más que unos rápidos de
moderado interés paisajístico. Lo bueno es que ya estamos en zona tropical
donde hay muchas más especies de pájaros y mucha más agua y verdaderos bosques
(en teoría, al menos) que en el resto del país.
Muy
emocionado, me levanto antes del amanecer para ver pájaros en el camping, a
unos metros de los rápidos. Hago un primer intento de adentrarme en una islita
del río por una pequeña pasarela, pero la posibilidad de que haya hipopótamos
todavía pastando fuera del agua (lo que hacen por las noches), me hace darme la
vuelta. Al cabo de un rato, cuando ya se ve algo, sí que me meto en la frondosa
islita con mucha cautela, y al cabo de cien metros me topo con excrementos
frescos de hipopótamo y oigo ruiditos en la espesura, así que me doy la vuelta
de nuevo. Pruebo en otra islita, menos tupida, y aquí lo que me encuentro es un
rastro de cocodrilo, que tampoco es moco de pavo encontrárselo. Por fin, me
rindo al sentido común y me acerco a ver los rápidos por el camino principal,
libre de animales. Un pescador que lleva allí un rato me dice que ha visto
salir un hipopótamo de la primera islita que he visitado unos minutos antes… He
hecho bien en largarme. Después, ya casi seguro de que no quedará ningún
bichejo en la islita, me vuelvo a meter y veo huellas de hipopótamos por todas
partes, y una rata de caña de pantano (traducción literal de Swamp Cane Rat),
¡un pedazo de rata de 8 kg
de peso!
Cocodrilo del Nilo |
Aquí
nos separamos y unos nos vamos al Parque Nacional de Mahango y otros siguen más
al este, internándose en el Caprivi. Nos instalamos en un nuevo camping a la
orilla del río Kavango, en una zona habitada pero aún así bonita y a pocos
minutos de la entrada del parque. Durante los dos días siguientes nos dedicamos
a visitar el parque por las mañanas y por las tardes, y también damos un paseo
en barco por el río, que aquí debe tener sus buenos 200 m de ancho. El sitio es
menos salvaje de lo que esperaba, hay mucha gente en los alrededores, cultivos,
etc., y está prohibida la entrada de barcos en el parque nacional, pero aún así
se ven bastantes pájaros e incluso algunos hipopótamos, búfalos, elefantes y
nutrias en el río fuera del parque (la orilla de enfrente también está
protegida, es un parque diferente al Mahango). Por las noches, los hipopótamos
chapotean en la orilla del río a pocos metros de nuestras tiendas, y desde el
otro lado del río oímos leones rugiendo.
Mahango
es un parque muy pequeñito en la frontera con Botswana, la antesala del delta
del Okavango (el Okavango o Kavango es un río que nace en Angola, pasa por
Namibia y tiene la loca idea de ir a desembocar al borde del desierto del
Kalahari en un delta interior enorme, sin ninguna salida al mar ni a otros ríos
grandes). Tiene una parte de ribera (apenas 16 km de recorrido) que se
asemeja mucho a una versión reducida del brutal parque de Chobe en Botswana. Se
ven, como ya he comentado, elefantes, búfalos, cocodrilos y especies de
antílopes propias de humedales – como el lechwe rojo- e incluso hay sitatungas,
otra especie casi completamente acuática. Como no se les ha ocurrido poner una
torre para observar lo que pasa entre los papiros que cubren las orillas del
río, no hay quien vea los sitatungas sin embargo. No sé a qué esperan para
hacerlo.
Estos
días los impalas están en celo y abundan los machos hormonados que se enzarzan
en espectaculares peleas a cornadas. El vencedor acaba persiguiendo al galope
al vencido, pero en seguida aparece otro macho –también verraco perdido- a
cantarle las cuarenta.
Impalas repartiendo cera |
Mahango
es también el lugar de Namibia con más especies de pájaros, con algo más de 400
(mientras que en toda Namibia hay 700 y pico). Muchos de ellos no están en el
resto del país, pero sí en Botswana y Zimbabue. De los más espectaculares, este
alcaudón de pecho rojo.
Alcaudón de pecho rojo (Laniarius atroccineus) |
Lástima
que no haya tampoco ningún hide/observatorio apropiado para ver pájaros. He
hecho estas y otras sugerencias a Parques Nacionales a ver si para la próxima
lo tienen todo bien dispuesto.
Y
como no había observatorio pero sí un área de pic-nic marcada en el mapa, allí
que fuimos a desayunar. El área resultó ser un clarito entre el bosque de
ribera, muy cerca de la orilla del río y sin ninguna valla, ni mesa, ni nada.
Un sitio adecuado para parar y bajar con cuidado, comerse un emparedado y
largarse antes de que aparezca algún bicharraco. En nuestro caso, eso se
convirtió en un brunch de una hora, con tostas de huevo revuelto y bacon
cocinados allí mismo con un infiernillo de gas, para gran regocijo de un par de
grupos de turistas que pasaron por allí. Cuando nos ponemos, nos ponemos…
El
viaje al salvaje, salvaje Este acabó con un salvaje, salvaje reventón de una
rueda de nuestro coche ya volviendo, a 120 km/h, que quedó en un susto tremendo por
suerte. La rueda quedó destrozada pero Silvia tuvo la pericia de controlar el
coche y pudimos parar sin ningún daño. Bien está lo que bien acaba.
Lista de mamíferos vistos (y oídos) [K: Khaudum; MP:Mahango/Popa
Falls]
K
|
MP
|
K
|
MP
|
||
Babuino
|
X
|
Jirafa
|
X
|
X
|
|
Cercopiteco (mono verde)
|
X
|
Búfalo
|
X
|
||
Liebre de matorral
|
X
|
Bushbuk
|
X
|
||
Ardilla terrestre
|
X
|
Kudú
|
X
|
X
|
|
Ardilla arbórea
|
X
|
Duiker común
|
X
|
||
Rata de caña acuática
|
X
|
Steenbok
|
X
|
X
|
|
Chacal de lomo plateado
|
X
|
Lechwe
|
X
|
||
Ratel o tejon melífero
|
X
|
Impala
|
X
|
||
Nutria de cuello moteado
|
X
|
Tsessebe
|
X
|
||
Mangosta rayada
|
X
|
Ñú
|
X
|
X
|
|
Mangosta esbelta
|
X
|
Antílope ruano
|
X
|
X
|
|
Caracal
|
X
|
Antílope sable
|
X
|
||
Elefante
|
X
|
X
|
Oryx
|
X
|
|
Cebra de Burchell
|
X
|
(León)
|
X
|
||
Hipopótamo
|
X
|
(Hiena moteada)
|
X
|
||
Facócero
|
X
|
X
|